Siendo aún joven y adolescente de 17 años, Alejandro Cantillana Azúa estudiante de enseñanza media fue detenido el 23 de octubre de 1973. Llevado primero a un recinto de Carabineros, luego a uno de la Policía de Investigaciones, al Estadio Nacional y finalmente trasladado a la exoficina salitrera Chacabuco, que funcionó como campo de reclusión para detenidos políticos.

Fue asignado al pabellón número 23, casa 90. Su juventud no impidió que fuese electo Jefe de Casa. Participó en los talleres de artesanía, junto con jugar fútbol y voleybol.

A pesar de tener recuerdos negativos, como la llegada a Chacabuco, “fue con callejón oscuro” o el campo minado y la reja electrificada, y la brutalidad militar; Alejandro mantiene el recuerdo de la gran solidaridad que se generó entre todos los prisioneros.