DICCIONARIO

BIOGRÁFICO

HERMANOS ANDRÓNICO ANTEQUERA

Juan Carlos y Jorge Elías Andrónico Antequera son los hermanos de Miguel Andrónico Antequera, quien relata que llegó a los 15 años a Antofagasta y no regresó a Tocopilla. Sus estudios los realizó en la Universidad Técnica del Estado, en el formato de Grado de Oficio, que es el equivalente a secundaria con la opción de obtener un grado técnico industrial, posteriormente alcanzó a cursar dos años en Ingeniería Eléctrica en la misma institución, eso antes del Golpe de Estado.

Él como tantos otros ciudadanos tuvo que vivir la experiencia de que un familiar sea detenido desaparecido, en este caso sus dos hermanos son parte de la lista que se mantiene como una herida abierta en la sociedad chilena.

Jorge Elías, el mayor egresó de Ingeniería Eléctrica de la UTE, durante su estadía de estudiante fue presidente del Centro de Alumnos de la Escuela de Ingeniería Eléctrica. De hecho, destaca que en ese período realizaron una serie de obras sociales, “electrificamos la Población Libertad, la cual estaba naciendo como población esos años. A buena parte de esas casas les hicimos la instalación eléctrica. Yo participé porque era secretario de cultura de la carrera”.

Un acontecimiento que recuerda como logro es que “trajimos al conjunto Inti Illimani a la universidad”.

Su acción militante y política comenzó con trabajo voluntario, su militancia política fue en el Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER), la que era el área estudiantil del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Su otro hermano, Juan Carlos era estudiante Sociología de la entonces Universidad del Norte, hoy Universidad Católica del Norte. Por ser menor no alcanzó a recibirse pues estaba en tercer año cuando ocurrió el golpe, él también pertenecía a las filas del FER.

Aún hoy, cuando relata lo acontecido en los días posteriores del golpe, su voz se entrecorta, se emociona. “Al día de hoy yo vivo todavía con el golpe”.

“¡Fue terrible! Se desintegró la universidad. Todo el mundo trataba de salvarse, obviamente nosotros como militantes, teníamos algo preparado. Donde ir en caso de emergencia o un golpe”.

“Mi experiencia fue que la casa de los padres de un amigo, era mi casa de seguridad. Llegué cargado de libros, papeles y tuvimos que quemarlo. Todo era un riesgo tremendo. el riesgo era vivir o morir, así de grave, no había nada que te podría proteger. Si te pillaban con un documento o libro el riesgo era morir”.

Un viaje a Tocopilla fue circunstancial para no ser apresado; “me fui a Tocopilla y al día siguiente hicieron una operación rastrillo en la Población Libertad, donde me estaba quedando. Posteriormente, la vida fue muy difícil, no teníamos el sustento con qué alimentarnos, fue muy duro”.

Paradojalmente, en ese periodo es llamado para cumplir con el Servicio Militar, el cual había postergado anteriormente, pero ya no podía realizar dicha acción. “Me llaman y me nombran junto a mi hermano menor, los dos somos llamados. El militar que nos recibe nos dice: ustedes son indeseables para el ejército, si los sorprendo metiéndose en wevadas los voy a matar. Nos dejaron y nunca más nos molestaron”.

Con respecto a sus hermanos, Ambos son detenidos por ser militantes del MIR y vivían en la clandestinidad en Santiago. Es allanada la casa en un operativo que la vivienda es rodeada por los cuatro costados, estuvieron dos o tres días detenidos en esa misma casa. “Se llevaron a Jorge y después a Juan, se iban a llevar detenida a mi madre, pero en La Granja donde estaban, a los agentes represores les robaron la citroneta con la que se movilizaban”.

Miguel señala que el culpable de la desaparición de sus hermanos es Fernando Adrián Lauriani Mataturana, “él era el criminal a cargo del grupo que detuvo a mis hermanos. Mi madre pudo decir y denunciar quien fue el que detuvo a mis hermanos. Incluso hubo un careo entre él y mi hermana”. Esta certeza surge cuando el uniformado le solicita a la hermana de Miguel que le planche la camisa y en ella estaba su identificación militar.

Desde el momento de la desaparición de los hermanos Andrónico Antequera, la madre y su familia se incorporan a las agrupaciones de presos políticos. De hecho, relata cómo asumieron cuando se enteran de la situación de sus hermanos. “Uno se prepara, pero igual es duro. Estuvieron en Villa Grimaldi, Tres y Cuatro Álamos, Londres 38 y en todas esas partes fueron torturados”.

El impacto de la desaparición fue tal que su madre murió con la insatisfacción de realizar una búsqueda frustrada.

Consecuentemente, para Miguel el legado de sus hermanos y su familia es claro y preciso, “yo creo que el legado es que no se olviden, que no nos olvidemos de lo que pasó, ese fue un Golpe de Estado tremendamente cruel. Miles perdieron la vida, ejecutados políticos, desaparecidos; que se mantenga la memoria, que se sepa en las nuevas generaciones qué ocurrió realmente. Qué fue lo que ocurrió, cómo ocurrió, solo por pensar distinto, por luchar por una sociedad más justa. Por eso ocurrió lo que ocurrió y los mataron. El mayor legado es la memoria”.

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