DICCIONARIO

BIOGRÁFICO

HILDA ALFARO CASTRO

El mismo 11 de septiembre de 1973 Hilda Alfaro Castro es detenida, liberada posteriormente. Sin embargo, como ella declara desde 15 de septiembre comienza una odisea que la acompaña aún, su marido Marco de la Vega fue detenido, al cabo de un mes es ejecutado por la Caravana de la Muerte. Después vendría un exilio de 20 años en Holanda estudié trabajadora social.

Nacida en Tocopilla un 16 de octubre de 1938, por una crisis laboral de su padre emigran a Copiapó, culmina su educación básica en dicha ciudad. Posteriormente, emigra a La Serena para comenzar su formación como profesora normalista.

Explica que su participación política y social viene de su familia, “nací en un ambiente político, mi padre trabajador independiente de una pequeña fábrica de helados, con la cual podíamos vivir. Él era comunista. Por lo mismo, desde un principio yo supe y vi la lucha de clases”.

Su padre durante el gobierno de Gabriel González Videla es detenido y llevado a Pisagua. “Era muy revoltoso, un hombre de acción, le dieron el apodo de ‘bolchevique’. La Cruz Roja Internacional intervino por él, aunque especial por nosotros sus hijos, ya que mi madre había fallecido y estábamos solos. Al conseguir la libertad lo mandaron de vuelta a Copiapó”, relata.

Durante su juventud la vida política de Hilda se siguió alimentado de ideas y opciones sociales. “Mi participación política comenzó en la juventud del Partido Socialista, tenía 12 años, tenía conocimiento de lo que era la lucha de clases y pelear por los derechos”, eso la llevó que en la Escuela Normal fuera elegida Presidenta de los Estudiantes.

Concluida su formación regresa a Tocopilla para ejercer de profesora. “Aquí era muy fuerte el Partido Comunista, estaba inserto en todas las realidades, muy bien organizado. El Partido Socialista dominaba el magisterio y ahí me inserté, pero la influencia de mi padre que era comunista fue mayor”.

Además, en ese momento conoció a quien sería su marido Marco de la Vega; con su apoyo y el de su padre ingresó al Partido Comunista.

Sobre una figura política que la haya marcado, el nombre del expresidente Salvador Allende surge espontáneo. “Es – para mí – el político más grande que conocí. Yo puedo destacar de él que tenía una especial deferencia con la mujer, en todos los ámbitos, en especial con aquellas que eran trabajadoras”.

Otras influencias fueron Raúl Ampuero y Ramón Silva Ulloa que eran socialistas, destaca de ellos que “se entregaban ciento por ciento al pueblo”.

El momento en que se produce el Golpe de Estado la encuentra ya ejerciendo la docencia. “Comencé a trabajar en la que hoy es la Escuela Pablo Neruda, la exescuela de Niñas N°2. Realizaba mi trabajo con mucha energía”.

El año 1972 Su marido fue elegido alcalde con una gran votación. “Todo en ese tiempo era una vida de ilusión, de esperanza, de sueños, incluso de fantasía porque imaginábamos muchas cosas. Todo eso murió el 73”.

Paradojamente, el 11 de septiembre se celebraba el Día del Profesor, sus hijos Isabel de 10 años, Marco de 7 y Cecilia de 5, se preparaban para el participar en los actos oficiales en sus respectivas escuelas. Su esposo cerca de la 5 de la mañana sale rumbo a la Pampa para coordinar los trabajos de reparación de una rotura de cañería de agua potable.

En la escuela de Hilda, en la mañana del 11 de septiembre, todo estaba en función de las celebraciones. Sin embargo, de un momento a otro subió al escenario la directora del establecimiento y declara que: “la fiesta se suspende, hay golpe de Estado en Chile y con esto se pierde la democracia. Cada profesora vuelve con sus niños a la sala y las apoderadas que regresen a sus casas tranquilas”.

Luego, una apoderada le comenta que se está bombardeando La Moneda y que al presidente Salvador Allende lo habían matado. Hilda recuerdo aquello como “si te enterraban un puñal al corazón”.

Un suceso inolvidable de esos momentos es lo que ocurre al mediodía. “Llegó un camión con conscriptos y dijeron que se cerraba la escuela. Llaman a tres profesoras Elba García, Edith Collao y a mí. En eso intervino la directora quién pidió explicaciones de lo que estaba ocurriendo, el oficial con mayor grado tuvo que explicar qué necesitaba y ella expuso que deberíamos retirar a los niños. La directora fue una mujer muy valiente y que siempre protegió a sus profesores”.

Una vez finalizada su tarea en la escuela, fue llevada a declarar y pudo regresar a su casa. Sin embargo, la supuesta tranquilidad se rompió el 15 de septiembre cuando es detenido su marido.

“Cerca de la una de la madrugada del 15 de septiembre, se escucharon golpes en la puerta, entraron a la fuerza un grupo de militares y fue detenido mi marido, fue una tragedia lo que vivimos en ese momento”. Toda esta situación ocurrió en presencia de los hijos de Hilda y Marco.

Marco finalmente fue asesinado el 19 de octubre por la Caravana de la Muerte.

El destino de Hilda volvería sufrir un quiebre. Es detenida en noviembre en Tocopilla, llevada a Antofagasta, es regresada con la condición de que tenía que ir a firmar todos los días. Sin embargo, aún faltaba un golpe más en su vida.

“Me relegaron a Coyhaique, afortunadamente en Santiago gracias a la intervención de la Iglesia Católica se pudo cambiar la relegación hacía la Cuarta Región, estuve poco más de un año. Mis hijos quedaron con mi hermano”, relata.

El sacerdote que era holandés gestionó con la embajada de su país para poder salir al exilio. “Aunque, a mí me habían quitado la nacionalidad, no tenía documentos. La embajada me otorgó documentos holandeses. Partí en febrero 9 de 1975. Duró casi 20 años el exilio, yo pensaba en 3 o 4 años. No quería salir de mi país, no sabía dónde iba, qué me iba a encontrar”.

No obstante, el exilio trajo al menos conocer un pueblo maravilloso. “A la llegada me estaban esperando junto a mis hijos. Yo pude trabajar y pude reorganizar mi vida”. Aunque antes de salir al exilio mataron a su hermano en la cárcel de Tocopilla, otro dolor que se suma a lo que ella describe como “soy una mujer con muchas cicatrices”.

Con todo, después de 20 años surge la interrogante ¿qué motiva su regreso? Su explicación está llena de emoción: “cuando fui a reconocer el cuerpo de mi marido, yo le prometí ‘juro por ti Marco y por todos los compañeros que yo voy a volver para que se haga un día justicia y tengamos la verdad’. Después la convicción de seguir trabajando por los presos políticos de Chile, me uní en Holanda a la Amnistía Internacional y participé en congresos internacionales sobre las mujeres. Yo, regrese, a una lucha por la justicia”.

Con respecto a las nuevas generaciones Hilda es tajante es expresar que “mientras no haya justicia, no se puede seguir. Yo necesito una carta que diga que todos nuestros familiares fueron asesinados injustamente, porque aún son considerados terroristas, eso necesito que se reconozca su inocencia de cualquier acto terrorista, porque no lo eran, no lo son. Mi esposo era un hombre de convicciones, yo admiraba a mi marido”.

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