IMPRENTA LUIS EMILIO RECABARREN

Sitio de Patrimonio y Memoria Histórica

Al llegar los procesos de industrialización en Chile, a finales del siglo XIX, los movimientos de trabajadores/as de diversos oficios, tenían una fuerte tendencia a la solidaridad de clase y la organización contra los arrebatos patronales.

En el norte, las fuertes demandas del sector ferroviario y salitrero, con un insumo – en su mayoría – ideológico socialista y anarquista, dejan en evidencia la capacidad de conciliación en pos de los derechos de los y las trabajadoras de la zona. 

Así es como a inicios del siglo XX se crea la Federación Obrera de Chile (FOCH), con el objetivo de regular las exigencias estatales y de empresas privadas para con sus trabajadores/as. Además, al funcionar como central sindical, comprendía las dificultades del sector obrero, logrando suplir las necesidades que el Estado no era capaz de satisfacer. 

El analfabetismo y el alcoholismo estaban dentro de las problemáticas obreras que, más allá del oficio que se ejecutara, tenían una fuerte raíz cultural-patriarcal. Los movimientos obreros de la época tenían muy presente la conciliación de su vida obrera y su vida social, es por lo mismo que se organizaban para crear espacios de educación y fomento de la vida en comunidad con el territorio. 

La sede de la FOCH en Antofagasta, estaba ubicada en calle Covadonga Nueva 871, lo que actualmente es la sede del Partido Comunista de Chile. Cercana al cementerio, y en un barrio de amplia trayectoria histórica por ser un sector popular y próximo a centros obrero-sociales como el ferrocarril Antofagasta-Bolivia, la Molinera y la CCU, la Federación cobraba suma importancia para el quehacer comunitario de la población.

El rol de Luis Emilio Recabarren cobra un papel fundamental en el devenir de los procesos de organización obrera que se desataron en la zona norte, debido a las experiencias que traía desde su exilio en Europa. Muy pendiente de lo que sucedía en la zona norte del territorio y, por su oficio de tipógrafo que ya había iniciado en el país con diferentes periódicos, Recabarren retorna a Antofagasta a fundar “El Socialista.

El vínculo con Teresa Flores y Belen de Zárraga, permitió avanzar hacia la unión transversal -junto a movimientos de mujeres- de la sociedad obrera, que se posiciona firme contra los abusos del capitalismo industrializado en manos de privados y del Estado.

Con el desarrollo de actividades de índole social y cultural en la sede de la FOCH en la ciudad, como talleres de teatro, asambleas de trabajadoras/es abiertas, la impresión del périodico, se logró converger grupos humanos de la sociedad nortina bajo premisas de clase y colaborativas con/para la comunidad.

El devenir del espacio, que seguía funcionando hacia mediados del siglo XX, se vio enfrentado a la persecución estatal, debido a su fuerte ideología socialista. En 1927, tras la dictadura de Carlos Ibañez del Campo, la imprenta ve interrumpido su funcionamiento. Al finalizar el periodo represivo, se retoman las actividades en, la ya consolidada, sede del Partido Comunista.

Durante la Unidad Popular, con la elección de Salvador Allende, las ansias de transformación social y la alta organización sindical, demandaban alternativas ideológicas en los medios de comunicación. Se comienza a imprimir “El Popular”, en la imprenta de calle Covadonga Nueva, lo que acompaña las demandas regionales y nacionales del sector proletario y trabajador de la sociedad chilena. 

Ante la dictadura cívico-militar de 1973, bajo la prohibición de los partidos políticos, la sede es ocupada por Gendarmería de Chile, principalmente, como centro de reclusión nocturna. Es un enigma si bajo este periodo las máquinas de la imprenta fueron utilizadas o no para imprimir textos a favor de la dictadura. Tras un largo periodo de silencio, en 2005 el Partido Comunista de Antofagasta se toma el inmueble, expulsando a Gendarmería y desde ahí su uso como central de organización hasta la actualidad.

El lugar específico de la imprenta hoy está semi abandonado, las máquinas, una vez re-ocupado el inmueble se encontraban oxidadas y a maltraer. El sueño de Recabarren de concentrar en un mismo local teatro, imprenta y discusión como un polo de atracción para trabajadoras y trabajadores no ha sido retomado. Aun así, este trabajo es una punta de lanza para la apertura del espacio en su valor histórico y patrimonial. 

Hoy en día, la Fundación Germán Miric, intenta declarar el inmueble como Monumento Nacional por su valor histórico y su significativa contribución a los procesos de movimientos obreros de la región. La demanda por la protección del lugar, como patrimonio histórico, se ve obstaculizada por las trabas burocráticas que impone el Ministerio de Bienes Nacionales, al declarar la propiedad del espacio hacia su propietario legal, Luis Emilio Recabarren, y el traspaso de escrituras a la Fundación. 

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