DICCIONARIO

BIOGRÁFICO

ROSARIO AGÜID MUÑOZ CASTILLO

Rosario Agüid Muñoz Castillo, nació en la localidad rural de Rapel, Ovalle, región de Coquimbo un 10 de febrero de 1947. Fue el sexto de diez hermanos. Su niñez la vivió en dicha zona rural, donde curso su enseñanza básica. Sus padres fueron Rufina Castillo y Andrés Muñoz, ambos campesinos que se dedicaban a la ganadería local.

 

Con 22 años se traslada con toda su familia a Calama, región de Antofagasta. El grupo familiar venía cargado de sueños y esperanzas de poder encontrar trabajo y comenzar una vida, fue una época especial para Rosario Agüid, puesto que se planteó la posibilidad de formar una familia.

Llegado a Calama, consiguió trabajo como obrero en la empresa Dupont, hoy Empresa Nacional de Explosivos (ENAEX).

En el transcurso de 1969 conoció a Lidia Olivares Araya, contrajo matrimonio después el 1 de octubre de 1971, como describen sus familiares “un día inolvidable para ambos, llenos de felicidad y amor que compartieron junto a todos sus seres queridos”.

De esta unión nacieron dos hijos: Nancy Muñoz Olivares, nació un 11 de julio de 1972, ella lamentablemente falleció un 9 de enero de 1973 debido a problemas de salud. Sin embargo, una nueva alegría llegó con el nacimiento de Agüid Muñoz Olivares un 5 de noviembre de 1973. El niño fue bautizado con este nombre en honor a su padre a quien no pudo conocer, pues nació al mes siguiente del crimen de su progenitor. Junto a él, le sobrevive su hijo Manuel Muñoz Arancibia.

Rosario Agüid fue militante socialista, si bien no desempeñó ningún cargo político, él también apoyó la idea de país que el presidente Salvador Allende quería para Chile.

El Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, encontró a Rosario Agüid con 26 años en su trabajo. Ese día fue citado por su jefatura directa a realizar un trabajo voluntario para resguardar la empresa, de este modo evitar que personas externas tomaran bajo su poder las instalaciones y así ocasionar un peligro para la sociedad, considerando que era una fábrica de explosivos. Motivo suficiente para que Rosario Agüid aceptara dicho ofrecimiento, sin otro interés se presentó a dicho turno.

Sin embargo, un 12 de octubre de 1973, Rosario Agüid mientras se encontraba en su horario de colación en dependencias de la empresa, fue detenido junto a sus compañeros de trabajo por carabineros y trasladado a la comisaria de Calama, los supuestos cargos eran “atentar contra la fábrica de explosivos” en donde trabajaban. Acusación de la que no existían fundamentos y era absolutamente falsa.

El relato de su esposa señala que “en la comisaria no se nos permitió ver a los detenidos, sólo podíamos ingresar una colación una vez al día. El 17 de octubre fue trasladado a la cárcel de Calama en donde se me permitió verlo sólo una vez, el día 18 sin saber que ese día sería la última vez que lo vería con vida y tomaría sus manos”.

El 19 de octubre Rosario Agüid junto al resto de los detenidos fue trasladado desde la cárcel en camionetas y jeeps, amarrados y boca abajo informándonos en la cárcel que serían destinados a dependencias del Ejército para prestar declaración. Información que resultó ser falsa pues nunca más se supo de ellos, él y los otros detenidos fueron llevados hasta un camino lejano a la ciudad donde fueron fusilados sin justificación alguna y por orden de Sergio Arellano Stark, militar que llegó a la zona al mando de la Caravana de la Muerte por instrucción del dictador Augusto Pinochet.

 

“Al día siguiente, en horas de la tarde, llegó a mi domicilio el capellán del regimiento junto a militares a informarme que Rosario Agüid había intentado escapar cuando era trasladado a Antofagasta y por dicha razón había sido “dado de baja”, esto es falso, nunca fueron trasladados a Antofagasta y en el momento de ser sacados de la cárcel de Calama, fueron llevados directamente a su fusilamiento y muerte”., expone su esposa Lidia Olivares.

Ella agrega que en ese momento se encontraba con ocho meses de embarazo y dicha información le generó complicaciones, al punto que casi pierde a su segundo hijo. “Desde esa fecha viví un infierno, sin saber dónde estaba, si de verdad había sido fusilado y la interrogante de dónde estaba su cuerpo”, expone su esposa.

La familia desde entonces comenzó una búsqueda incansable en el desierto, en busca de una respuesta, de algún rastro o algo que me pudiera dar calma, consuelo. “Buscaba poder despedirme del amor de mi vida, junto al resto de las mujeres que buscaban a sus parejas, hermanos o hijos, solíamos recorrer lugares cercanos a Calama para poder encontrar los cuerpos, objetivo que mantuvimos por largos años y algunas, incluso, perdieron la vida sin poder encontrar a su familiar”.

En 1990 se logró encontrar una fosa común, camino a San Pedro de Atacama, en donde sólo existían fragmentos y restos que correspondían a todos los detenidos víctimas de Caravana de la Muerte. “El Presidente de la época Patricio Aylwin, nos informó que esos serían sólo fragmentos debido a que los restos de nuestros familiares habían sido retirados y arrojados al mar en una operación que el Ejército de Chile realizó y denominó “Retiro de Televisores”. Ese año dichos fragmentos fueron enviados fuera de Chile para poder ser analizados y descubrir a quiénes correspondían”.

En 2010 se informó que un trozo de tibia y clavícula correspondían a Rosario Agüid terminando así con una búsqueda que se extendió por casi 30 años. La familia pudo darle digna sepultura y así obtener algo de consuelo a los años de búsqueda incansable. Sus restos fueron recibidos por su hijo Agüid Muñoz Olivares, el hijo que él nunca pudo conocer.

“Con el pasar del tiempo sólo he esperado que el Gobierno de Chile dé justicia para mi amado esposo, a mis 71 años de edad sigo esperando que aquellos que cometieron estos horrendos crímenes paguen por su responsabilidad de acabar con la vida de 26 trabajadores por el sólo hecho de pensar distinto. Han pasado 49 de años de estos terribles hechos ¿qué justicia podemos esperar?”, expresa su esposa.

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